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lunes, 22 de octubre de 2007

Del Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación a las Investigaciones Antropológicas Forenses del Ministerio Público

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1.- En junio de 2001, el gobierno transitorio del Dr. Valentín Paniagua Curazao, crea por Decreto Supremo Nro. 065-2001 PCM la Comisión de la Verdad, para “esclarecer el proceso, los hechos y responsabilidades de la violencia terrorista y de la violación de los derechos humanos producidos desde mayo de 1980 hasta noviembre de 2000, imputables tanto a las organizaciones terroristas como a los agentes del Estado, así como proponer iniciativas destinadas a afirmar la paz y la concordia entre los peruanos” ( art.1 ). Asimismo, se precisó que “La Comisión no tenía atribuciones jurisdiccionales por tanto no debería sustituir en sus funciones al Poder Judicial y al Ministerio Público” ( art.3 ). Por este motivo, resulta desconcertante que algunos representantes de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, hayan reclamado posteriormente un carácter vinculante para el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación.

En cuanto a la conformación de la Comisión de la Verdad, desde el comienzo, la responsabilidad correspondió al señor Presidente de la República, contando con el voto aprobatorio del Consejo de Ministros ( D.S. Nro. 065-2001 PCM, art.4; D.S.Nro.101-2001 PCM, art.2 ). Sin embargo, en declaraciones a los medios de difusión, el Dr. Valentín Paniagua , ex Presidente del Gobierno Transitorio, llegó a manifestar que él delegó esa facultad a sus ministros. De cualquier manera, éstas decisiones no eximen al ex Presidente Paniagua ni al ex Presidente de la República Alejandro Toledo Manrique, de la responsabilidad respecto a la designación de los comisionados.

2.- Con relación a experiencias semejantes de Comisiones de la Verdad, en otros países, existen importantes diferencias, por ejemplo, mientras que la Comisión de la Verdad y la Reconciliación del Perú recibió financiamiento del PCM, FEDADOI, USAID, FORD, F.SUECA, ASDI, AID, etc., la Comisión de la Verdad de Chile sólo canalizó fondos del Estado. Asimismo, mientras que en Chile los Comisionados participaron de manera ad-honorem, en el Perú los Comisionados recibieron importantes sueldos y sòlo se dedicaron con exclusividad a sus tareas cuando se denunció que compartían sus responsabilidades con otros compromisos laborales. Por último, en cuanto a la metodología la Comisión de la Verdad de Chile tuvo la objetividad, honestidad y el cuidado de clasificar las denuncias que recibían. Efectivamente, en la primera parte del capítulo II del tomo I presentan las normas, conceptos y criterios en que se basaron las deliberaciones y conclusiones de la Comisión; además, también, encontramos en la tercera parte, del capítulo V del tomo II del informe a los casos declarados “Sin Convicción”. En cuanto a la Comisión de la Verdad de Guatemala tuvieron el mérito de conseguir sentar en una misma mesa al Estado y a la guerrilla para manifestar sus respectivas versiones.

3.- En atención a la solicitud planteada por el Presidente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, para exhumar las fosas comunes ubicadas en Chuschi, el 19 de enero de 2002, la Fiscalía de la Nación publica la resolución nro.0088-2002-MP-FN, designando uno de los peritos a: la lic. Aidee Chávez Rodríguez, entre otros. Sin embargo, y al parecer por motivos de salud, mediante la resolución nro. 0091-2002-MP-FN se cambiaron los peritos del Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público nombrando a los especialistas del Equipo Peruano de Antropología Forense ( EPAF ) propuestos por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación .

Así, el EPAF en el marco de los convenios con el Ministerio Público y la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, debía planificar las tareas de exhumación y de morgue. También se encargarían del transporte, la instalación y la alimentación de su personal y el de la CVR en Pampa Cangallo.

4.- En cuanto a la designación del EPAF como peritos, se realiza principalmente debido a su experiencia en las exhumaciones para el Tribunal Penal de la Antigua Yugoslavia en Bosnia-Herzegovina y Kósovo, donde se afirma se emplearon por primera vez los estándares internacionalizados. Sin embargo, se sabe que la posible participación del EPAF fue cuestionada desde el primer momento debido a su desenvolvimiento como peritos en el caso de los emerretistas muertos en la toma de la embajada de Japón el año 1997.




5.- Desde el comienzo, se presentaron las primeras situaciones de conflicto entre los peritos del Ministerio Público y los del EPAF. De esta manera, el 31 de enero de 2002, a tan sólo algunos días de la designación del EPAF como peritos, el Dr. Juan Guzmán Aparco, Fiscal Superior Decano del Distrito Judicial de Ayacucho, y por tanto la máxima autoridad del Ministerio Público en ese departamento, remite a la Dra. Nelly Calderón Navarro, Fiscal de la Nación, el informe nro.003-2002-MP-FSDDJ-Ayacucho donde le comunica las quejas verbales que los miembros del Instituto de Medicina Legal habían manifestado sobre los peritos del EPAF calificándolos de soberbios, prepotentes y que se creen “dueños de la verdad”. Asimismo, pone en conocimiento, la falta de profesionalismo del EPAF por llegar impuntualmente a las diligencias y, también, expresa la disconformidad de la comunidad ayacuchana al conocer que éstos arqueólogos propuestos por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación solamente ostentaban el grado académico de bachiller.




6.- Después de la exhumación en Chuschi, las relaciones del EPAF con el Ministerio Público se deterioraron bastante, al extremo que en vísperas de la exhumación en Totos y en el momento que la Fiscal de la Nación, abiertamente pedía al EPAF su informe pericial de Chuschi y se quejaba de la demora en su entrega, todos los miembros del EPAF renunciaron y, a través de uno de sus integrantes, el señor Carlos Bacigalupo Salinas, denuncian presiones políticas, un veto de la Fiscal de la Nación al señor José Pablo Baraybar y también amenazas personales a Baraybar.

Estos lamentables hechos en torno a un tema tan sensible, como son los derechos humanos, fueron consecuencia: según expresaron, de una absoluta carencia de planeamiento: ausencia de un marco legal, reglamento, definición de roles y funciones de los peritos, competencias profesionales entre los forenses.

Asimismo, fue evidente la intromisión política en estas investigaciones de los miembros de la CVR como Sofía Macher, Carlos Tapia, Wilfredo Pedraza y Javier Ciurlizza, éste último llegó a declarar a la prensa, respecto a la renuncia del EPAF que éstos veían las cosas desde un punto de vista técnico y que “sólo les preocupaba la cosa en sí y no las expectativas de la gente a nivel nacional como a los de la CVR”.




7.- En junio de 2002 se conforma la Plataforma Conjunta de Trabajo en la Investigación de Fosas Comunes integrada por la Fiscalía de la Nación y el Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público, la Unidad de Investigaciones Forenses de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, la Defensoría del Pueblo y la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. Asimismo, se requirió el apoyo de la Policia Nacional. En principio éstas instituciones trabajarían de manera coordinada en la elaboración de un Plan Nacional de Exhumaciones bajo los mismos estándares internacionales que promovió el EPAF.

De acuerdo a esto, el 20 de agosto de 2002, a través del memorando nro. 034-2002-CVR-UIE/C se conforma la Unidad Forense de la Unidad de Investigaciones Especiales de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Contrariamente a lo acordado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación, los miembros no pasaron por concurso público, pues se argumentó que “en nuestro país no existen profesionales antropólogos o arqueólogos que tengan experiencia forense“. Como hemos apreciado en el capítulo anterior, ésta afirmación no es exacta y, por lo demás, no explica por qué no se realizó una convocatoria pública en el caso de los peritos extranjeros. Como Coordinadora de la Unidad de Investigaciones Antropológicas Forenses fue designada la doctora Sonia Guillén Oneeglio, directora del Centro Mallqui de la Fundación Peruana de Bioantropología y especialista en técnicas de momificación y, de quien se afirma, había sido, hasta entonces, asesora de las dos últimas fiscales de la nación. Al comienzo también integraron el grupo: Elsa Tomasto, como Asistente de la UIF, Maria Inés Barreto, de nacionalidad colombiana, como Asistente de la UIF, María Godoy, como Asistente de la UIF, Fidel Fajardo, como Asistente de Investigación Pre-Mortem, Marcela Ramírez, como Asistente Especialista en Exhumaciones, Cirilo Vivanco, como Asistente Especialista en Exhumaciones, Víctor Medina, Auxiliar de Investigación Forense, y Juan Carlos Barrera, como Auxiliar de Investigación Forense.

En cuanto, a la designación de la prestigiosa doctora Guillén, hubo bastante oposición y en los mismos términos que dio cuenta la Revista Caretas , edición Nro. 1679, del 19 de julio de 2001, cuando se refiere una denuncia por depredación del patrimonio cultural que el arqueólogo Federico Kauffman Doig en su calidad de Director del Instituto Nacional de Cultura le entabló por el traslado de 200 malquis ( momias ) , según él, de mala manera.

De cualquier manera, la creación de la Plataforma Conjunta de Trabajo en la Investigación de Fosas Comunes de ninguna forma mejoró las relaciones entre las diversas instituciones que agrupaba, por el contrario, en los casos de investigación de fosas comunes, se puede apreciar, por ejemplo, duplicidad de funciones.

8.- Al presentar la Comisión de la Verdad y Reconciliación su Informe Final , el 28 de agosto de 2003, y terminar sus tareas, muchos de sus asesores, como la Dra. Sonia Guillén, abogados y miembros del equipo forense pasan a incorporarse tanto a la Fiscalía de la Nación como al Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público, institución a la cual muchos de ellos siempre cuestionaron.

9.- Asimismo, el año 2003, al interior del Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público se crea el Equipo Forense Especializado ( EFE ). Si bien desde ese año ha contado con diversos directores y miembros, el núcleo principal la conforman el odontólogo Glicerio Rosas Moyano, actual jefe del Equipo, y el antropólogo Roberto Parra Chinchilla. Este Equipo actúa como “monitor” de los peritos del Instituto de Medicina Legal en todas las exhumaciones que realizan. Sin embargo, en realidad y al parecer constituyen un órgano de supervisión de Medicina Legal para que los peritos forenses de los distritos judiciales, realicen las exhumaciones y los análisis de restos con la mayor celeridad y se adapten a "las condiciones de investigación".

10.- Definitivamente, estos dos últimos acontecimientos inician una nueva etapa en las relaciones entre los peritos oficiales del Ministerio Público y los peritos de parte de las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos. Cualquier asistente a una jornada de análisis de restos óseos del Instituto de Medicina Legal, por lo menos en Ayacucho, ha podido apreciar que no sólo utilizan los mismos “estándares internacionalizados” sino que prácticamente los dictámenes forenses lo realizan el perito oficial y el perito de parte en conjunto, pues las discrepancias son sólo de forma. Es más, actualmente, hasta publican conjuntamente documentos sobre temas forenses. En febrero de 2005 fue presentado el texto La Investigación Preliminar Antropológica Forense en Casos de Graves Violaciones a los Derechos Humanos. Lineamientos Básicos, el cual reúne ensayos de los arqueólogos forenses del Centro Andino de Investigaciones Antropológicas Forenses ( CENIA ) María Inés Barreto Romero y Carlos Bacigalupo Salinas, su esposo, y que son peritos de parte de COMISEDH, conjuntamente con escritos de los peritos oficiales del Ministerio Público Roberto Parra Chichilla y Martha Palma Málaga.

En los últimos años este entendimiento ha llegado a niveles interesantes con la incorporación de peritos de los oficiales en la Asociación Latinoamericana de Antropología Forense ( ALAF ). Esta institución fue fundada por un grupo de profesionales forenses que han participado en las diversas exhumaciones en América Latina como peritos de parte y su posición con respecto al trabajo de los peritos oficiales siempre fue de absoluto cuestionamiento.. hasta que, al no disponer ya del financiamiento regular de la cooperación internacional, al parecer, han comenzado a reconsiderar su actitud.





















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jueves, 11 de octubre de 2007

La Antropología Forense en el Perú


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La Antropología Forense en el Perú data de la década de los noventa. El primer antropólogo forense oficial del Perú, en éste caso, la primera antropóloga forense oficial en el Perú es la licenciada Aidee Chávez Rodríguez del Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público. En 1997, cuando ingresé al Instituto de Medicina Legal para realizar mis prácticas pre-profesionales en Antropología Forense, todavía la licenciada Chávez Rodríguez seguía siendo oficialmente la única antropóloga forense del Perú. Más adelante, en el año 2000, el suboficial y perito Danny Humpire se convierte en el primer antropólogo forense de la Sección de Antropología Forense en el Departamento de Medicina Forense de la Dirección Nacional de Criminalística.

Posteriormente, llegarían los demás antropólogos, arqueólogos y odontólogos, principalmente al Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público, institución encargada de respaldar científicamente las investigaciones preliminares de los fiscales. Algunos ingresaron por cargo de confianza y, otros, como fue mi caso y ya en mi calidad de profesional, mediante concurso público.


El autor del blog con la Lic. Aidee Chávez Rodriguez


Fue después de las exhumaciones de fosas realizadas por la Comisión de la Verdad y Reconciliación ( CVR ), y cuando el Ministerio Público asume la responsabilidad absoluta en las investigaciones de las fosas clandestinas y de las denuncias de las ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas provenientes de la época de violencia política, acontecida en el Perú entre las décadas de 1980-2000, que la Antropología Forense experimenta una profunda transformación. Demás está enfatizar que éstas funciones, constitucionalmente, siempre le correspondieron al Ministerio Público, pero este reconocimiento permitió que se consolide la institucionalización de la Antropología Forense peruana, lo cual implicó no sólo la formalización del ejercicio profesional y el incremento del número de plazas para antropólogos, sino también el progresivo, aunque lento, equipamiento de la infraestructura indispensable para las labores de investigación científica a nivel nacional.

Definitivamente, la institucionalización de la Antropología Forense, y de las otras ciencias forenses, no hubiera sido posible de haber asumido las investigaciones de las fosas clandestinas, y de las denuncias de ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas de la época de la violencia política, acontecida en el Perú entre los años 1980-2000, los grupos privados de peritos extranjeros y/o nacionales. De cualquier manera, es justo también reconocer que su presencia, experiencia y vigilancia desde un sector de la sociedad civil, ha sido enriquecedora, para el desarrollo de la Antropología Forense en el Perú.

En el año 2003, se presenta un documento realmente de avanzada para la Antropología Forense peruana, como fue el Manual de Organización y Funciones del Instituto de Medicina Legal “Leonidas Avendaño Ureta”, y donde se define la competencia del Antropólogo en estas funciones en el art. 118, inc.b, c, e, f, h, i, l, m, n:

“ Son funciones del antropólogo :

b) Ubicar y registrar indicadores antropométricos en restos óseos.

c) Describir la patología sobre el soporte esquelético.

e) Las placas radiográficas desde un punto de vista antropológico.

f) Observar y manejar muestras para estudio de identificación antropológica.

h) Efectuar exámenes somatológicos en cadáveres nn.

i) Practicar la evaluación antropométrica al sujeto vivo y cadáver nn.

l) Tipificar los rasgos comunes y diferentes de grupos humanos.

m) Desarrolar estudios epigenéticos, morfológicos y métricos de restos óseos humanos para establecer datos comparativos de poblaciones peruanas contemporáneas y ancestrales.

n) Proyectar e implementar exámenes y procedimientos antropológicos”.


Por esa época, a finales del año 2002 y comienzos del 2003, fuimos un grupo de sesenta personas, entre egresados y estudiantes, principalmente de Antropología, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos quienes conformamos el Taller de Antropología Forense de San Marcos, a pesar de no lograr contar con el apoyo del Centro de Estudiantes de Antropología ( CEAN ), fuertemente politizados y tremendamente mediocres. El Taller de Antropología Forense surgió como respuesta a las afirmaciones de ciertos miembros de la CVR que en el Perú no existía la Antropología Forense y, ante la amenaza de los profesores de Antropología de dividir la profesión, en dos carreras: Antropología Social y Antropología Forense, y tal como acababa de suceder con otras disciplinas que si habían alcanzado un alto grado de especialización, pues temían perder una plaza en la docencia.

Afortunadamente, la iniciativa coincidió con las elecciones en la Dirección Académica de la Escuela de Antropología, y al ver, el entonces Director de la Escuela, el antropólogo José Vegas Pozo, el entusiasmo que despertó el Taller y la acogida, tuvo la felíz decisión de congraciarse con el Taller de Antropología Forense, y aprobó no sólo su realización, sino también nuestra propuesta escrita, y refrendada con firmas, para la incorporación de la Antropología Forense como curso electivo de la carrera y promovió se tomara la misma medida en la Escuela Académica de Arqueología... y así fue reelegido como Director de la Escuela. Al final y, a decir verdad, no nos dieron todas las facilidades que nos prometieron: las aulas eran difíciles de conseguir y, sólo una vez, dispusimos de un retroproyector de transparencias.

En aquella oportunidad, participaron de manera desinteresada, profesionales del Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público y de la Dirección de Criminalística, Ministerio del Interior, como la antropóloga forense Aidee Chávez Rodríguez, el antropólogo forense Danny Humpire Molina, el arqueólogo forense Flavio Estrada, el odontólogo forense José Vela y el antropólogo forense Roberto Parra Chinchilla. La idea del Taller de Antropología Forense fue que los propios estudiantes eligieran, entre los expositores, al próximo profesor del curso de Antropología Forense.

Cuando empezó el año académico 2003, la Dirección de la Escuela Académica Profesional de Antropología de San Marcos decidió, por su cuenta, asignar la responsabilidad del dictado del curso de Antropología Forense, y sin el concurso público correspondiente, a la sra. María Inés Barreto.

Ha sido durante el I Congreso Internacional del Ministerio Público- Medicina Legal, realizado en el mes de noviembre del año 2004, que el doctor Luis Bromley Coloma, Jefe Nacional del Instituto de Medicina Legal, ha reconocido que recién desde el año 2003, esa institución recién empieza a desarrollarse a la par que otras parecidas y semejantes en el mundo, “convirtiéndose progresivamente en una institución técnica, completamente científica de apoyo y asesoramiento a la investigación fiscal” y, por primera vez , ha presentado un balance público sobre las exhumaciones de las fosas denominadas clandestinas, informando que hasta ese momento se habían trabajado 95 fosas comunes, 30 nichos, se habían estudiado 102 mil restos òseos, y sobre 402 personas se habían entregado 102 restos humanos identificados a sus familias.

Actualmente, y gracias a la iniciativa de la sra. María I. Barreto Romero, se dicta el Diplomado de Antropología Forense y Derechos Humanos en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y, desde este año 2007, la Maestría en Antropología Forense y Bioarqueología en la Pontificia Universidad Católica del Perú, por gestión de la Dra. Sonia Guillén Oneeglio.

Desde comienzos del 2007, se está construyendo un Laboratorio de Antropología Forense en Nahuinpuquio, Huamanga-Ayacucho, el mismo que fuí el primero en solicitar y justificar su necesidad mediante el artículo La Inteligencia Científica en Asuntos de Identificación Humana en la Revista del Ministerio Público de Ayacucho, en mayo de 2004, cuando fui destacado a la División Médica Legal de Ayacucho, y el cual está proyectado en constituirse en el más moderno de América Latina.

En la actualidad, catorce años después de la institucionalización de la Antropología Forense peruana, y estando inmersos en el proceso de la globalización, la ciencia atraviesa su etapa más decisiva : la posibilidad de consolidar su carácter científico en el ejercicio de la profesión o la de atomizarse en nuevas y diminutas antropologías , a las cuales se les quiere dar, prematuramente, autonomía en estos menesteres. Asimismo, en mi calidad de Antropólogo Forense en la Región Lima Centro del Instituto de Medicina Legal, destacado al departamento de Ayacucho con la Comisión de Exhumación de Fosas Clandestinas, Ejecuciones Extrajudiciales y Desapariciones Forzadas ( 2004 ) pude observar, muy sorprendido, a quienes promueven renunciar a la función de investigar cientificamente, para aplicar sólo lo que un grupo de antropólogos forenses extranjeros procesan como experiencias en los estudios de las poblaciones de sus respectivos países. Es curioso que, mientras a nivel mundial prestigiosos antropólogos forenses invitan y exhortan a las investigaciones particulares y permanentes de las características antropológicas de cada población, exista un grupo de autodenominados antropólogos, extranjeros y nacionales, muchos de los cuales en realidad son médicos o arqueólogos, que impulsan y difunden la internacionalización de ciertos estándares de identificación humana, provenientes principalmente de poblaciones urbanas de Norteamérica y Europa de décadas pasadas y su aplicación en los países andinos.

Es evidente que la última palabra la tendrá la nueva generación de jóvenes antropólogos forenses peruanos, quienes deberán decidir si se conforman con acumular diplomas de Antropología Forense y aplicar lo que otros han investigado, o lo que es más inteligente y honesto, si se especializan en cada uno de los amplios y apasionantes temas que comprende la Antropología Forense y se dedican a publicar lo que ellos mismos han investigado con rigurosidad y fidelidad.