Pero resulta que ya existe un Museo de la Memoria en Ayacucho, el departamento del Perú, donde Sendero Luminoso inició sus acciones armadas, y no sólo eso, sino un importante número de lugares, monumentos y actividades permanentes conmemorativas de la catástrofe social que vivió nuestro país hasta la década de los noventa. Además, está la imponente construcciòn artìstica El Ojo que Llora en el Campo de Marte de Lima, el Centro de Documentación de la Memoria Colectiva de la Defensoría del Pueblo, a dos cuadras de la Plaza de Armas, la sala permanente e itinerante de Yuyanapaq ( Para recordar ) de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, nada menos que en el Museo de la Nación, asimismo, diversas universidades nacionales y privadas conjuntamente con una amplia red de organizaciones no gubernamentales de derechos humanos, continuamente convocan a maestrías, diplomados, seminarios, talleres y cursillos especializados en los mencionados temas, y cuyos profesionales y egresados no sólo han logrado acceder mayoritariamente al sistema de justicia nacional, principalmente el Poder Judicial, el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo, sino incluso al mismísimo Ministerio de Defensa y se han dado el lujo de catequizar en temas de intervención en zonas de emergencia y derechos humanos a la cùpula castrense en el Centro de Altos Estudios Nacionales ( CAEN ). Esto último, sumamente desconcertante pues en los momentos de mayor enfrentamiento público, las fuerzas armadas los invitaban a sus reuniones académicas a que les dictaran conferencias y seminarios, gesto que nunca extendieron a profesionales calificados que los asesoraban gratuitamente y que hasta les ofrecieron representarlos ad-honorem en sus casos.
En realidad, con el Museo de la Memoria se está inmortalizando imágenes de rostros y casos que apenas empiezan a investigarse y conocerse. La verdad y la justicia poco parece importar ahora, las revanchas personales y los millones de dólares es en el fondo esa sabiduría que diferencia lo feo de lo bello, lo inteligente de lo estúpido, lo bueno de lo malo y lo tolerable de lo intolerable. Lo descubrí personalmente cuando fui destacado el año 2004 al departamento de Ayacucho para investigar las ejecuciones extrajudiciales, las torturas, las violaciones, las desapariciones y las fosas denominadas clandestinas, y muy desconcertado pude observar que no se contaba con infraestructura y recursos para realizar estas labores. Más sorprendido, aún, cuando verifico que nadie había dicho nada al respecto y cuando mi proyecto de construir un Laboratorio de Antropología Forense y equiparlo adecuadamente, recibió la resistencia insólita del director de la sede de Medicina Legal en Ayacucho de esa época, el médico Luis Castillejo Melgarejo y de mis colegas forenses. Al final, y a pesar de todo, mi propuesta del Laboratorio de Antropología Forense en Ayacucho, consiguió el financiamiento del gobierno sueco, que el Fiscal Decano de ese entonces me aseguró ascendía a tres millones de dólares y aunque demoró su construcción, hoy ya es una realidad, aunque sea en el alejado poblado de Ñahuinpuquio.
El Perú no Necesita Museos, Mario Vargas Llosa
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Peru/necesita/museos/elpepiopi/20090308elpepiopi_13/Tes
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