En
conmemoración al primer aniversario de la masacre de los ocho periodistas
peruanos en Uchuraccay, el diario La República publicó el 21 de enero de 1984,
p.9-16 una investigación del antropólogo Rodrigo Montoya que refutaba las
principales tesis del informe de la comisión oficial Vargas Llosa convocada por el ex
Presidente Belaúnde para dar cuenta de este asesinato.
En ese
momento se confrontaron no sólo dos visiones antropológicas sobre la realidad
nacional: aquella que a decir de Jorge Basadre representaba al Perú oficial y
la que correspondía a la del Perú real, sino a las dos principales
universidades que en esa época enseñaban antropología: la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos y la Pontificia Universidad Católica del Perú.
En este
artículo Rodrigo Montoya, catedrático principal de San Marcos, denuncia a la
vieja antropología tradicional dualista y sus representantes en la comisión
oficial, profesores de la Católica, que centra toda su atención solo en lo andino,
considerándolo como un espacio cerrado y en una visión marxista
ortodoxa-dogmática que sólo pone su atención en el capitalismo y las clases
sociales. Más bien, Montoya propone una visión global y articulada que muestre
las relaciones profundas entre los grupos étnicos y el capitalismo.
Durante todo este tiempo, el importante aporte ha quedado olvidado dentro de las polvorientas hemerotecas, de la memoria sesgada de las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y del compadrazgo académico de los colegas antropólogos. Por la
trascendencia y vigencia de este trabajo de Montoya, y recordando un año más de este lamentable hecho, tengo a bien, poner a
disposición de los interesados el texto íntegro y tal como se publicó.
*******
La noticia de esta masacre rodó por
el mundo entero. Con gran habilidad política, el Presidente Belaúnde nombró una
comisión especial dejando de lado el aparato judicial normal del Estado. El
escritor, Mario Vargas Llosa, el periodista Mario Castro y el abogado Abraham
Guzmán, aceptaron el encargo. Para cumplirlo con más eficiencia, comprometieron
como asesores a los antropólogos Juan Ossio, Fernando Fuenzalida, Luis Millones
y Ricardo Valderrama, al jurista Fernando de Trazegnies, al psicoanalista Max
Hernández, a los lingüistas Rodolfo Cerrón y Clodoaldo Soto. En el plazo
previsto –un mes- la comisión entregó su informe, publicado algunos meses más
tarde.
Un año después de la masacre, el
aparato judicial oficial avanza con pies de plomo. Hasta hoy, la investigación
no ha terminado, sus plazos se alargan, parece no haber ningún detenido, las
autoridades y testigos principales no son habidos, porque manos invisibles los
mataron, porque fugaron o tal vez –simplemente- porque no los quieren
encontrar. Silvio Chávez, el dirigente que a juicio de la comisión era el más importante,
está muerto, lo mismo que Celestino Ccente y su esposa. Fortunato Gavilán ha
desaparecido. Dicen unos que murió también y otros afirman que está en algún
lugar de la selva.
En el primer aniversario de la muerte
de los ocho periodistas y su guía bien vale la pena volver a ver este asunto,
hacer un balance de la situación y, sobre todo, analizar y criticar el Infome
de la comisión oficial. Es posible también adelantar algunas ideas sobre lo que
puede ser una pista alternativa a la seguida por la comisión para explicar lo
ocurrido. En el curso de 1983 otras masacres terribles como las de Uchuraccay
han seguido ocurriendo. Huancasancos, Soccos, Chalcos, etc. En el distrito de
Chalcos, de la provincia de Lucanas, parece evidente que los sinchis asesinaron
a ocho maestros y nueve campesinos. El horror se vuelve cotidiano en el Perú
con la aparición de cadáveres arrojados en los cerros, como el más salvaje modo
de asustar a los que de un modo u otro colaboren con Sendero. Nunca como hoy
tuvieron más trabajo en el Perú las comisiones de Derechos Humanos y también,
nunca como hoy la impunidad y la inmunidad de los responsables han sido
mayores. Con el formidable pretexto de “defender la democracia” se cometen
crímenes horribles, todos los días. Los sinchis, y también los senderistas,
matan campesinos. Ojalá no nos acostumbremos nunca a este horror.
Antes de iniciar la crítica del
informe de la comisión oficial, es indispensable señalar los gravísimos
problemas de información que existen en los departamentos declarados en
emergencia. Lo que conocemos sobre lo que ocurre en los departamentos de
Ayacucho, Huancavelica y Apurímac, proviene de los boletines de prensa del
comando militar. Ningún periodista tiene derecho a ir a buscar la noticia en
sus propias fuentes. ¡Extraño modo dictatorial de proteger la democracia! La
reproducción y multiplicación de los rumores están, de este modo, oficialmente
impulsadas. El periódico francés Le Monde, de reconocida seriedad, afirma: “..
los periodistas han abandonado el teatro de operaciones por falta de garantías
para su seguridad. A menudo…los ‘subversivos muertos en enfrentamientos’ son
campesinos asesinados en sus parcelas o en sus camas y los ‘pacíficos
ciudadanos ejecutados por los terroristas’ son sospechosos abatidos en las
celdas de la policía” ( Edición semanal 7-13 de abril de 1983, p.6 ).
Por su parte, Sendero Luminoso tiene
su propia cuota de responsabilidad en este silencio sobre sus acciones. A
diferencia de muchos otros movimientos políticos en el mundo, los responsables
de Sendero han optado por no informar. Parece que no les interesa informar a
nadie sobre sus acciones. ¿Qué información veraz y seria podríamos esperar e
las versiones oficiales del comando militar –deformadas o simplemente
inventadas para favorecer sus intereses- del silencio de Sendero y de la
impotencia de los periodistas que no pueden cumplir con su deber?.
Frente a esta situación nos queda:
1.- El deber moral, profesional y político de exigir y combatir por el derecho
de todos los ciudadanos a una información amplia y plural. 2.- Razonar con
extremo cuidado sobre lo que está pasando, apelando a la forma condicional de
hablar y escribir.
I
LAS TESIS CENTRALES DEL INFORME DE LA
COMISIÓN OFICIAL
SOBRE LOS SUCESOS DE UCHURACCAY
El informe de la comisión
investigadora de los sucesos de Uchuraccay, consta de tres partes y cinco
anexos. Las preguntas “¿Cómo fue?” y “¿por qué fue?” son respondidas en las dos
primeras. La tercera presenta las causas mediatas ( violencia estructural y
tradición iquichana ). Los antropólogos Ossio y Fuenzalida son responsables del
primer anexo (“La comunidad de Uchuraccay y la región iquichana”) y, por su
parte, el antropólogo Luis Millones es el autor de “La tragedia de Uchuraccay: informe
sobre Sendero”, anexo No.2. El tercero corresponde a los lingüistas y está
firmado sólo por el Dr. Cerrón. El cuarto es la contribución de Max Hernández
y, finalmente, el quinto, es el texto entregado por el abogado Trazegnies. “La
comisión cree haber esclarecido de ese modo lo esencial del suceso, aunque
algunos detalles y aspectos de la tragedia permanezcan en la sombra” ( p.39 )
Trazegnies sostiene lo mismo: “Considero que los hechos directamente vinculados
con la matanza de los periodistas han sido aclarados prácticamente en su totalidad;
salvo, algunos aspectos anecdóticos que no alteran el cuadro en su conjunto y
que todavía permanece en duda”. ( p.139 ). Los miembros de la comisión, están
pues, por lo tanto, convencidos de haber explicado cómo y por qué ocurrió la
tragedia de Uchuraccay.
Es importante señalar aquí que la
comisión oficial distingue tres tipos de convicciones: “convicción absoluta,
para asuntos que a juicio de la comisión resultan incontrovertibles y
fehacientes; convicción relativa, para hechos que, aunque a juicio de la
comisión parecen muy probables y posibles, adolecen sin embargo, de una cierta
oscuridad e inseguridad; y, convicción dudosa, para asuntos que admiten
interpretaciones distintas e igualmente persuasivas o que a pesar de sus
esfuerzos, a la comisión no le ha sido posible comprobar, rectificar o
descartar” p.5.
Voy a central mi atención principal
en el informe de la comisión y me referiré a los anexos de los asesores, sólo
ocasionalmente. Por razones de espacio no es posible criticarlos en detalle.
El razonamiento seguido por la
comisión oficial puede ser resumido en seis tesis principales: 1. El Perú es un
país dual; 2. La zona iquichana tiene una tradición de violencia; 3. Antes de
la muerte de los periodistas hubo 24 muertos en la región que estaba muy
perturbada y esperaba un ataque inminente de Sendero; 4. Los periodistas fueron
confundidos como senderistas; 5. Sólo los comuneros de Uchuraccay cometieron el
crimen; 6. Todos somos culpables de lo que pasó y no tiene sentido acusar a
nadie en particular. Veamos , a continuación, cada una de estas seis tesis o
proposiciones centrales:
Tesis 1: El
Perú es un país dual
La dualidad del Perú es el supuesto
principal del razonamiento seguido por la comisión. En el informe y los anexos,
ésta aparece claramente en tres niveles:
a. Global
De modo general el Perú es
considerado como una sociedad dividida en dos partes: de un lado, el “Perú
oficial” y, de otro, el “Perú real”. Fue el historiador Jorge Basadre quien en
los años treinta acuñó estas frases. Con la misma lógica, se habla también de
la dualidad entre “la sociedad nacional” y la “sociedad andina”. He aquí dos
textos del informe:
-“¿Tiene el
Perú oficial el derecho de reclamar de esos hombres a los que con su olvido e
incuria mantuvo en el marasmo y en el atraso, un comportamiento idéntico al de
los peruanos que, pobres o ricos, andinos o costeños, rurales o citadinos,
participar realmente de la modernidad y se rigen por leyes, ritos, usos y
costumbres que desconocen ( o difícilmente podrán entender ) los iquichanos”
(p.36).
“Los hombres
que los mataron no son una comunidad anómala en la sierra peruana. Son parte de
esa “sociedad cercana” como la llamó José María Arguedas, compuesta por cientos
de miles –acaso millones- de compatriotas, que hablan otra lengua, tienen otras
costumbres, y que, en condiciones a veces tan hostiles y solitarias como las de
los iquichanos, han conseguido preservar una cultura –acaso arcaica pero rica y
profunda y que entronca con todo nuestro pasado prehispánico- que el Perú oficial
ha desdeñado”. (p.36).
Hay un viejo modo dualista de ver y
tratar de entender el Perú que establece una opición clara entre “modernidad” y
“tradicionalidad”, “indio” y “blanco”, “desarrollo” y “subdesarrollo”,
“progreso” y “atraso”, “costa” y “sierra”, “campo” y “ciudad”. Para la
comisión, los comuneros de Uchuraccay pertenecen a ese sector “tradicional”,
“arcaico” del “Perú real”, opuesto al sector “moderno-avanzado” del “Perú
oficial”. Se trataría de dos mundos, de dos realidades muy diferentes, de dos
riberas de un río incomunicadas por falta de puentes.
b. Nivel
particular geográfico económico
La dualidad aparece regionalmente a
través de la oposición valle-jalca ( valle-puna) a las que se asocian la
agricultura ( valle ) y la ganadería ( puna ), lo nativo originario (
Huari-valle ) y lo foráneo ( puna-llacua ). A lo largo de todo el informe y
particularmente del anexo de los antropólogos Ossio y Fuenzalida, aparece la
oposición entre el valle y la puna como un conflicto decisivo. Los iquichanos
de las alturas estarían en grave oposición con los habitantes de las partes
bajas de la provincia de Huanta.
c. Nivel
cultural
Dicen Ossio y Fuenzalida:
“En nuestra
descripción sobre la oposición entre jalca y valle ya hemos tenido oportunidad
de acercarnos a una de las expresiones más extendidas e integradoras de la
ideología andina. Esta expresión es la que en los medios académicos se conoce
como dualismo y que predominantemente se ha manifestado bajo los términos Hanan
( alto ) y Hurin ( bajo ).
Decimos que
se trata de una visión integrada y podremos añadir sintética, pues se proyecta
a una multiplicidad de aspectos de la realidad dotándoles de significado. Bajo
estas categoría binarias ( 2.2 ) es posible notar que se conceptualizan el
tiempo, el espacio, las relaciones sociales y las divinidades, otorgando al
cosmos una imagen unitaria y un ritmo pautado”. ( Informe…p,58 )
A la bipolaridad geográfica habrá que
agregar la visión dual en otras esferas de la cultura. De ese modo, el valle
sería sinónimo de agricultura, de Huari; es decir, originarios, nativos, mujer
y el bien; mientras que la puna sería sede de ganadería, de los foráneos ( llacuas
), del hombre y el mal.
Con esta visión dualista ( en general
y en particular ) a lo largo de todo el informe, explícita e implícitamente, se
afirma la incomunicación, la falta de diálogo entre el “Perú oficial” y el
“Perú real”. Este sería uno de los desencuentros lamentables en el Perú. Un
texto de Ossio y Fuenzalida funda esta proposición:
“Uchuraccay
no es pues una comunidad de salvajes. Se trata de un grupo humano como
cualquier otro, pero que se organiza sobre pautas distintas de aquellas que
imperan en los medios urbanos y que han sido erigidas como unicamente válidas
por los grupos dominantes de la sociedad nacional. Estas pautas se entroncan
claramente en un mundo que cada vez va apareciendo como más unitario y
coherente pero que desgraciadamente sigue siendo cada vez más ignorado por los
grupos que se pretenden representantes del Perú oficial.
La muerte de
los ocho periodistas en los territorios iquichanos que ahora lamenta todo el
país, , es la evidencia más contundente de que luego de 400 años de contacto
entre la cultura europea y la cultura andina, todavía no ha sido posible el
desarrollo de un verdadero diálogo” ( Informe p.77 ).
Tesis 2. La
tradición de violencia iquichana de ayer, es latente y presente hoy.
A lo largo de todo el informe y los
anexos se habla de los iquichanos como antiguos y clásicos guerreros, herederos
de una larga tradición de combate armado:
“…la
comisión quiere mencionar otro aspecto, , desarrollado con más amplitud en los
informes de los asesores doctores Ossio y Fuenzalida, que incide también en lo
sucedido: la historia de las comunidades del grupo étnico de Iquicha. Esta
historia se caracteriza por largos eríodos de aislamiento casi total y por
intempestivas interrupciones bélicas de esas comunidades en los acontecimientos
de la región o de la nación.. es indudable que esta actitud atávica explica
también en parte, la decisión iquichana de combatir a Sendero Luminoso y de
hacerlo con los mátodos rudos y feroces que son los únicos a su alcance desde
tiempos inmemoriales. Esta decisión y el convencimiento de que aplicándolos
procedían de acuerdo con la única autoridad llegada hasta ellos, sería
terriblemente puesta en tela de juicio –y exhibidos todos sus riesgos y
peligros con el malentendido del que resultó la muerte de los ocho periodistas” pp.38-39.
Sostienen Ossio y Fuenzalida que los
iquichanos, desde el siglo XVI -1540- tenían “ya entonces fama de temibles
soldados” y eran “herederos de las tradiciones guerreras chanka pokras” (
Informe, p.47 ). Los iquichanos habrían combatido con Gonzalo Pizarro contra
los almagristas, luego por el Rey contra Hernández Girón. “En 1744 los
iquichanos conspiraron contra el Rey en unión con Juan Santos Atahualpa.. en
1780 contra Túpac Amaru. A comienzos del siglo XIX contra Zela y Pumacahua..en
1824 contra Simón Bolívar…en 1827 perdidas ya las esperanzas de una república
según sus propias aspiraciones, los iquichanos y otros sublevados se unieron a
grupos peninsulares reorientando el levantamiento hacia una restauración
monárquica. En 1833 seguían combatiendo ahora contra Gamarra” ( Informe, p.48
). “En 1839 contra la confederación Perú Boliviana. Montoneros en 1857. Se
unieron en 1883 a Cáceres. Desde entonces hasta 1983 el registro de la
violencia iquichana no tiene ninguna acción, salvo la muerte de los ocho
periodistas y su guía. Un siglo en blanco (1). Conviene retener las
conclusiones que los antropólogos Ossio y Fuenzalida derivan del panorama
histórico expuesto por ellos. La primera dice textualmente: “Los campesinos de
las alturas de Iquicha tuvieron hasta 1896 una intensa y consciente
participación en la vida política regional y nacional. Su estancamiento,
retraimiento y aislamiento no proceden del siglo XVI sino que comienzan en el
siglo XIX y parecen asociadas a la decadencia general de la vida económica y
social andinas que acompañó a la centralización republicana” ( Informe 49-50 ).
La segunda conclusión indica que la participación iquichana fue armada,
“valorizando armas primitivas como la lanza, el garrote, la huaraca, el
cocobolo… Las tradiciones militares conservadas no los han convertido en
campesinos agresivos o rebeldes pero –aunque su primera reacción en situaciones
de crisis es hacia el retraimiento- la experiencia militar acumulada durante
tantos años termina siempre por salir como respuesta a presiones excesivas”. (
Informe, p.50 ).
En dos palabras, la comisión social
sostiene que la violencia iquichana ( su ferocidad histórica ), latente durante la historia, afloró luego
del penoso “malentendido” de Uchuraccay.
Tesis 3.
antes del 26 de enero hubo en la región iquichana 24 muertos los comuneros
vivían un estado de perturbación aguda y esperaban un contrataque senderista.
La comisión sostiene que luego de la
aparición de Sendero Luminoso y su acción armada se inició un período de
convulsiones en la región. El conflicto valle-puna se agravó, los senderistas
habrían robado animales y matado a dos comuneros de Uchuraccay. ( Informe, p.29
). “Los ‘siete senderistas’ muertos en Huaychao, que el general Clemente Noel
da a conocer en la conferencia de prensa del domingo 23 de enero son sólo una
parte de los ejecutados por los comuneros. En Uchuraccay, el 22 de enero son
linchados otros cinco. El número de senderistas ejecutados en la zona de
Iquicha en los días que preceden a la expedición de los periodistas se eleva
aproximadamente a 24”. ( Informe, p.31. En la página 13 del mismo informe, la cifra
de muertos es de 25 ). Del anexo preparado por el abogado De Trazegnies, puede
extraerse la siguiente información:
“Un hecho
que no ha sido suficientemente enfatizado es que, según parece, los comuneros
de Uchuraccay ya habrían matado a cinco senderistas en los días anteriores,
casi simultáneamente con la matanza de Huaychao. Por consiguiente, toda la
región se encontraba en pie de guerra y temerosa de represalias por parte de
los senderistas. En estas circunstancias, dentro de un estado de gran excitación
y también de gran temor parece indudable que confundieron a los periodistas con
terroristas” ( Informe, p.140 ).
Ossio y Fuenzalida escriben:
“A la luz de todos estos antecedentes
parece poco probable que la muerte lamentable de los ocho periodistas se haya
producido como consecuencia de un acto de salvajismo colectivo. Si prácticas
judiciales tan elaboradas y minuciosas no fueron seguidas en el caso, esto
deberá, por lógica, atribuirse a que la situación fue percibida como de
emergencia y peligro extremo…La muerte de los ocho periodistas no puede
comprenderse como un hecho aislado de violencia, sino como un episodio en la
movilización general de las comunidades campesinas ayacuchanas ocurridas a
partir del reciente mes de enero ( de 1983 )” ( Informe, p.73 ). “En resumidas
cuentas, la opinión de los firmantes ( Ossio y Fuenzalida ) es que la muerte
lamentable de los ocho periodistas debe ser atribuida a una reacción de pánico
de los comuneros en medio de un contexto local y regional que se prestaba a graves
confusiones y que los campesinos de esa zona se encontraban en absoluta
imposibilidad psicológica, social y cultural de percibir en las mismas
categorías legales, políticas, militares y éticas o religiosas que un hombre de
la costa modernizada. En sus propias palabras –y estamos convencidos de su
sinceridad- la situación era de chaqwa, es decir, de caos o confusión extremos
en los que ya no es posible saber con certidumbre quién es quién” ( Informe,
pp.76-77 ).
Un último texto de la propia
Comisión:
“Aunque posible, no deja de ser
sorprendente que en Chacabamba, lugar relativamente próximo a Uchuraccay y a
las otras comunidades iquichanas, se desconociera la profunda perturbación, el
estado de alarma y febrilidad que reinaba entre esos comuneros desde la muerte
de ‘senderistas’ ocurridas en los días anteriores”. ( Informe, p.13 ).
Tesis 4: La
muerte de los ocho periodistas es el resultado de un malentendido porque fueron
confundidos como terroristas senderistas.
La tesis de la confusión es la tesis
principal de la comisión. Está presente en todas partes, no sólo en el informe
de la comisión sino también en los anexos. Los textos siguientes fundan esta
proposición:
a. “La comisión ha llegado a la convicción absoluta de que los comuneros que se encontraban en ese momento en
Uchuraccay y que eran tanto miembros de esa comunidad como, posiblemente, de
otras comunidades iquichanas, confundieron a los nueve forasteros que se
aproximaban con un destacamento de ‘senderistas’ que venía, sin duda, a
escarmentarlos por el linchamiento de varios de los suyos perpetrados en esa
misma comunidad en los días anteriores. Esta operación de represalias era
temida y esperada en las comunidades iquichanas que habían matado senderistas y
mantenía a los comuneros en un estado de ánimo sobresaltado, medroso y
furibundo a la vez…En este estado de ánimo excepcional, exacerbado por una suma
de circunstancias sobre las que la segunda parte de este informe se explaya
considerablemente es, a juicio de la comisión, un factor que debe ser
considerado como primordial para entender lo que ocurrió.
La comisión tiene la convicción relativa de que los
periodistas debieron ser atacados de improviso, masivamente, sin que mediara un
diálogo previo y por una multitud a la que el miedo y la cólera, mezclados,
enardecían y dotaban de una ferocidad infrecuente en su vida diaria y en
circunstancias normales. La comisión llega a esta conclusión considerando el
hecho de que tres de los periodistas hablaban quechua –Octavio Infante, Félix
Gavilán y Amador García- y quienes, de haber tenido un diálogo con los
comuneros, hubieran podido haber revelado su identidad, explicar su objetivo e
intenciones y desarmar la desconfianza y la hostilidad de sus atacantes. Pero
la comisión no puede descartar, tampoco, que ese intento de diálogo se
produjera y fuese inútil debido al exceso de suspicacia, pánico y furor de los
comuneros o a alguna imprudencia o error en el curso de la conversación por
parte de los periodistas que agravase el malentendido en vez de disiparlo”. (
Informe, p.15 ).
b. “La comisión ha llegado a la
convicción relativa de que el cargo de que los periodistas llevaban una bandera
roja fue producto de una decisión adoptada por la comunidad, en el curso de ese
día jueves o del siguiente, como una justificación o coartada de la terrible
confusión que les hizo tomar a los periodistas por ‘senderistas’. ( Informe,
p.17 ).
c. “No se puede juzgar el crimen de
Uchuraccay ( ni el malentendido que lo provoca )..( Comisión, Informe, p.33 ).
d. “En tanto que puntual los
terroristas-ladrones-abigeos pecadores y los periodistas confundidos con ellos
merecen castigo” ( De Trazegnies, Informe, p.122 ).
e. “Esta gente fue víctima de un
error cultural terrible” ( Entrevista a Fernando De Trazegnies, La República,
Suplemento de Uchuraccay: crimen sin castigo, Lima, 19 de marzo de 1983. P.12
).
Tesis 5: Sólo los campesinos mataron
a los periodistas. Las fuerzas del orden no participaron.
La comisión está convencida que el
crimen fue ejecutado unicamente por los campesinos. Sostiene claramente que las
Fuerzas Armadas no participaron en la acción y que los sinchis instigaron sólo
parcialmente a los comuneros a matar terroristas. He aquí algunos textos
significativos:
a. “¿Quiénes ejecutaron la matanza?.
La comisión investigadora ha llegado a la ‘convicción
absoluta’ de que el asesinato de los
periodistas fue obra de los comuneros de Uchuraccay, posiblemente con la
colaboración de comuneros de otras comunidades iquichanas, sin que, en el
momento de la matanza, participaran en ellas fuerzas del orden.. La comisión ha
llegado también a la ‘convicción
absoluta’ de que los periodistas fueron asesinados porque los comuneros los
creyeron terroristas y sin sospechar su verdadera condición”. ( Informe, p.19
).
b. ”¿Hubo instigación o aprobación de
esta decisión por parte de las fuerzas del orden? La comisión investigadora ha
llegado a la convicción absoluta de que en la decisión colectiva de los
iquichanos en general y de los uchuraccainos en particular, de matar a los
terroristas que se acercaran a su territorio jugó un papel importante y acaso
decisivo, la seguridad de los comuneros de que tenían autorización para actuar
así por parte de la autoridad representada por los sinchis’” ( Informe, p.20 ).
c. “¿Es o ha sido una política
generalizada de los ‘sinchis’ como algunos órganos de prensa han asegurado, la
de instigar a las comunidades amenazadas por ‘Sendero Luminoso’ a matar
forasteros?. La comisión investigadora tiene la convicción absoluta de que los
‘sinchis’ no han instigado sistemáticamente el asesinato como medida de
represalia o de defensa; pero si tiene la ‘convicción
relativa’ de que apoyaron tales acciones de manera aislada, de acuerdo a
las circunstancias de la campaña que venían librando. En el caso concreto de
Uchuraccay interpreta así la versión de los comuneros: que los sinchis aquella
vez que llegaron en helicóptero a Uchuraccay en vez de materializar una
política previamente planeada y sistemáticamente aplicada, respondieron a quienes
les pedían protección contra los senderistas: ‘defiéndase y maténlos’..” (
Informe, p.21 ).
d. Los sinchis han cometido excesos:
“Estos excesos se han producido, efectivamente, y la comisión cree su
obligación señalarlo porque este otro tipo de violencia, derivarode la acción
represiva, ha contribuído a crear ese contexto de anormalidad, recelo, pánico y
odio que dio lugar a la matanza de los periodistas.
¿Pueden las fuerzas del orden de un
sistema democrático combatir la subversión y el terror con métodos que no son
democráticos?... La comisión cree su deber hacer un llamado para que esa
política de disciplina y estricto cumplimento de la ley por parte de las
fuerzas que se enfrentan al terror se prosiga sin concesiones, pues el respeto
de la legalidad y de los derechos de la persona humana es el fundamento mismo
del sistema por el cual se ha pronunciado la inmensa mayoría de los peruano”. (
Informe, pp.33-34 ).
e. “Es probable que a la llegada de
la primera patrulla que buscaba a los periodistas, los comuneros hayan acordado
presentar una versión única de los hechos, que se apoya básicamente en los
siguientes elementos: a) No saben lo que es un periodista y creyeron que eran
terroristas; b) llegaron con una bandera roja y gritando: “”¡Perro Belaunde!,
¡Perro señor gobierno!”. C) Los sinchis les habían indicado que mataran a los
que venían por tierra, porque serían probablemente senderistas; d) todos sin
excepción participaron en la matanza” ( Anexo de De Trazenies, Informe, p. 142
).
f. Tengo la impresión que aún en el
caso de que los sinchis les hubieran dicho que mataran a todos los que vinieran
por tierra, no es tal indicación lo que constituye el factor detonante sino la
convicción de las comunidades de que es preciso optar por uno de los poderes en
lucha. Si las comunidades no hubieran querido votar, ninguna insinuación o
instrucción de los sinchis hubiera sido suficientes para llevarlas a combatir;
y viceversa si las comunidades, habían decidido a tomar partido en esa guerra
que no era suya, habrían matado en la forma cómo lo vienen haciendo son
necesidad que nadie les dijera nada”. ( De Trazegnie, Informe p.146 ).
Tesis 6:
Culpables somos todos. Convendría no a acusar a nadie en particular. Teniendo
en cuenta que los indios de Uchuraccay son profundamente diferentes a nosotros,
una amnistía sería necesaria..
La dualidad, punto de partida del
razonamiento de la comisión y sus asesores, reaparece con gran vigor en la
tesis final: la muerte de los periodistas es un crimen que no puede tener
castigo por el drama de la incomunicación entre el “Perú oficial” y el “Perú
real”. Con la culpabilidad de todos está asegurada la irresponsabilidad de cada
uno.
Dice la comisión: “Más que distribuir
responsabilidades –que en estew caso, a juicio de la comisión, comparte todo lo
que Jorge Basadre llamaba el Perú oficial, o por lo menos, el sector
democrático de este que recibió con alivio la noticia de las ‘ejecuciones de
senderistas’-, la comisión cree necesario y urgente llamar la atención sobre el
conflicto –desarrollado por el estudio del jurista doctor Fernando de
Trazegnies- que plantea en nuestro país, la existencia junto al sistema
jurídico occidentalizado y oficial, que en teoría regula la vida de la nación,
de otro sistema jurídico, tradicional, arcaico, soterrado y a menudo en
conflicto con aquel al cual ajustan su vida y costumbres los humanos de las
alturas ndinas como Huaychao y Uchuraccay ( Informe p.22 ).
Por otro lado, la comisión afirma:
“Corresponde, claro, está, al Poder
Judicial hacer el deslinde de responsabilidades en términos jurídicos y decidir
si a las autoridades –el teniente gobernador, los varayocs- les cabe una culpa
mayor en los sucesos y si es indispensable y pertinente extremar la
investigación hasta identificar personalmente a cada unos de los que lanzaron
las piedras y se encarnizaron contra las víctimas..” ( La comisión, Informe
pp.26 ).
Para el jurista Fernando de
Trazegnies, la dualidad de dos sistemas jurídicos en el país como fondo
estructural y el estado de guerra vivido por los comuneros de Uchuraccay dieron
lugar a una situación extraordinaria: “Para circunstancias extraordinarias, hay
remedios extraordinarios…la amnistía constituiría así una forma de restablecer
la justicia, cuando la aplicación estricta del derecho positivo podría conducir
a situaciones de injusticia o de inconveniencia social en razón de que no están
presentes las condiciones de realidad para las que fue concebido. Sin embargo,
la amnistía no deja de reconocer que el hecho en sí era punible si hubiera
sucedido en condiciones normales; lo que constituyen una importante afirmación
de la primacía del derecho nacional sobre cualquier particularismo localista
que lo contradiga en materia grave”. ( Informe, p.151 ).
II
CRÍTICAS A LAS TESIS DE LA COMISIÓN
OFICIAL
La necesidad de otra hipótesis para
explicar la muerte de los periodistas de Uchuraccay, alternativa a la versión
sostenida por la comisión oficial, resulta de una crítica a las tesis
sostenidas por ésta y de una manera diferente de plantear el problema. Resumo a
continuación mis críticas al razonamiento y a las tesis de la comisión oficial
y sus asesores.
Crítica 1:
El dualismo como una visión superficial e incompleta del Perú.
La imagen del “Perú oficial” y del
“Perú real” fue usada por el historiador Jorge Basadre, hace más de cincuenta
años. Corresponde a lo que podría ser una fotografía, una visión del Perú por
fuera. A simple vista, poco o nada hay
de común entre Miraflores y Uchuraccay. Manuel Scorza dijo alguna vez que
“Miraflores es una isla rodeada por el Perú”. Las categorías simples y sencillas
para traducir esta visión superficial son las de “modernidad” y
“tradicionalidad”, “adelnto-atraso”. Otras más sofisticadas fueron usadas
después: “desarrollo”-“subdesarrollo”. La oposición “oficial”-“real” apunta a
la división del país entre los privilegiados de Lima, y las ciudades frente a
los desvalidos de los andes. Si bien es cierto que la simple vista nada parecer
haber de común entre los miraflorinos y los uchuruccainos, cuando se deja el
terreno de las apariencias que engañan uno descubre algunos elementos que
definen la esencia del país. Ocurre simplemente que Miraflores y Uchuraccay
están dentro del Perú y tienen una misma unidad invisible a los ojos porque
ambos son polos que provienen de una misma historia.
Existe lo andino del Perú, con su misma
cultura, su lógica particular. Existe el capitalismo en el Perú, igualmente con
lo suyo. Pero este reconocimiento sería dualista y por eso inútil sino nos
interesáramos en saber cómo se articulan entre sí. Hay, por eso, tres espacios
en uno: el capitalista, el andino y el de su articulación. Una visión global
para dar cuenta de estos tres espacios. La vieja antropología tradicional
dualista que funda el razonamiento de la comisión oficial, centra toda su
atención sólo en lo andino, considerando lo andino como un universo cerrado.
Una visión marxista ortodoxa dogmática y de repetición, centra su atención sólo
en el fenómeno del capitalismo y las clases. Un diálogo de sordos entre ambas
corrientes dura ya muchos años en el Perú y contribuye a que el dualismo siga
vigente aún a pesar de sus graves limitaciones. Recogiendo lo mejor del
marxismo y la antropología es posible asumir la difícil tarea de ir
construyendo una visión global a partir del espacio de articulación. Esta
manera de ver la realidad permitirá igualmente mostrar las relaciones profundas
entre los grupos étnicos de la selva y el capitalismo: Mi libro, Capitalismo y
no Capitalismo en el Perú ( Mosca Azul editores; Lima 1980 ) presenta
precisamente un primer acercamiento a esta visión global.
El concepto de articulación no basta
sino es calificado: En el Perú las relaciones entre el capitalismo y lo andino
son de dominación o subordinación. En la esfera económica las comunidades de
los Andes constituyen una reserva de fuerza de trabajo para unidades de
producción capitalistas y no capitalistas. ¿De dónde sale el “cholo barato” y a
quienes beneficia esta mano de obra barata?; a pesar de su pobreza, las cuatro
mil comunidades campesinas constituyen un mercado para los productos que van
del capitalismo y que los comuneros tienen que consumir y no producen. La
industria textil de Lima – “informal” o no- distingue bien desde hace un siglo
lo que es ropa de señores y ropa de indios: “Casimir inglés” para unos y “tela
de castilla” para otros. Por otra parte, los pobladores andinos son productores
de aquellos productos básicos para la alimentación no sólo de ellos sino
también de aquellos que tienen mala conciencia de pertenecer al “Perú oficial”.
En la esfera política, la formación
del Estado en el Perú ( de carácter burgués desde el siglo XIX ) ha sido
posible sometiendo a las autoridades indígenas e incorporándolas dentro del
Estado. La institución política de los Varayoqs o envarados surgió en el
comienzo mismo de las comunidades campesinas y resulta de la síntesis de dos
tradiciones: la española impuesta por los conquistadores y la andina de los
viejos ayllus. Dentro de los ayllus, los Varas ( jerarquía de autoridades )
cumplen diversas funciones entre las cuales es posible citar: 1. Distribuir el
agua, 2. Dirigir y vigilar las faenas o trabajos colectivos, 3. Cuidar los
campos, prevenir las heladas y combatirlas; 4. Perseguir y apresar a los
ladrones y abigeos; 5. Ocuparse de los enfermos; 6. Venerar a los muertos y
acompañar a los deudos; 7. Enterrar a los forasteros muertos en el territorio
de la comunidad; 8. Buscar y convencer a los miembros del ayllu que deben
asumir los cargos comunales; 9. Resolver los conflictos entre comuneros; 10.
Vigilar y asegurar que las reglas matrimoniales se respeten evitando los casos
de incesto; 11. Interesarse por los comuneros, visitarlos, preguntar por ellos
para ver si necesitan ayuda ( huatakuy ); 12. Ofrecer el “ánimo” ( coca,
cigarrillos a los que trabajan en las faenas ); 13. Celebrar la fiesta de los
carnavales dando gracias a la comunidad que los eligió.
Pero los varayoqs y los ayllus no
están solos. Los mistis vecinos, principales, están al lado y encima. Además de
todas las autoridades del Estado: Citaré aquí dos páginas de mi libro
Capitalismo y no capitalismo en el Perú:
“En 1930, se instaló en Puquio (
capital de la provincia de Lucanas del departamento de Ayacucho, hoy en estado
de emergencia ), un puesto de Guardia Civil, como una ramificación provincial
de una institución represiva esencialmente transformada y modernizada en 1924,
gracias al modelo español copiado por la nueva policía peruana. Un guardia
civil de San Pedro dijo “antes de la instauración de los puestos de Guardia
Civil aquí era toda la colectividad la que cumplía la función de guardia civil”.
Esa frase es sumamente exacta. La expansión del Estado a través de estos
puestos de guardia civil no es otra cosa que el ejercicio de la autoridad, el
monopolio de la autoridad y la pérdida por parte de los indios de la
posibilidad de resolver ellos mismos sus problemas. Aparentemente y en el
discurso formal de los oficiales del puesto de Guardia Civil de Puquio la
comisaría no tiene nada que ver con los varayoqs. En una entrevista acordada
por el oficial jefe y su adjunto – un suboficial que hizo toda su carrera en el
puesto de Puquio – nos dijo que no hay relación directa entre los guardias
civiles y las autoridades indias y que la coordinación se efectúa a través del
subprefecto y los gobernadores. Algunos minutos después, el subteniente
declaró: “Yo sé también que con esos señores ( los alcaldes Varas ) ha habido
bastante coordinación, bastante apoyo: ¿no?. Y generalmente se coordina con
ellos que también ejercen autoridad en determinado lugar. Pero así de una
manera directa; institucional, no. Los Varas son los comisionados del
gobernador. Es por eso que muchas veces cuando viene un señor, ¿no?, con su
bastoncito, yo le pregunto qué autoridad te impone eso. Soy el varayoq me
dice’…”El vara es un auxiliar de la guardia civil, es un comisionado, es un colaborador
de la guardia civil. La relación de la guardia civil pasa por mediación de la
autoridad política…los envarados al lado del teniente gobernador constituyen
pues sus subalternos ( p. 263-264 ). Un último testimonio de un guardia civil
es muy importante:
“Los envarados son agentes
transmisores inmediatos, auxiliares. Estos desempeñan su cargo exigiendo a la
masa que cumplan y tienen bien señalados a los morosos. Para cualquier
trabajo,lo primero que hacen es señalar a los morosos y si no obedecen acuden
al gobernador quien con un oficio solicita la ayuda de la guardia civil y
nosotros tan prestos salimos, les hacemos comprender a esa oveja descarriada
ara que vuelva al rebaño. Son los agentes dinámicos que de día o de noche, a
cualquier hora son llamados y trabajan. Por esta razón es de suma importancia
este cargo que recae sobre ciertos comuneros…que será de los envarados en el
futuro, porque los hijos que siguen estudios ya no quieren agarrar la vara
hasta que llegue un tiempo en que los varas se van a extinguir. Posiblemente
llegue a extinguirse. Por el momento, nosotros ( los guarias civiles )
insistimos para que siga el nombramiento de estos comuneros” ( ídem 264 ).
Cuando se conoce la realidad por dentro y la cultura andina con su propia
lengua la aparente independencia entre varayoqs y guardias civiles es sólo
fruto de la ilusión óptica que produce ver sólo la apariencia de las cosas.
La dualidad geográfico-ecológica
entre los valles y las punas no es una novedad ni privilegio de Huanta y la
región altina de Iquicha. Existe en todos los andes peruanos y sudamericanos.
¿Por qué esa violencia en Uchuraccay? El dualismo estructural en este caso es
un dato general y nada más. No explica en absoluto lo que ocurrió. La
explicación hay que buscarla entre la estrategia antisubversiva de la FF.AA. y
el movimiento armado de Sendero Luminoso. Es recién sobre ese conflicto que
tienen sentido la presencia o ausencia de los elementos estructurales duales.
La dualidad cultural ( arriba-abajo,
bien-mal, masculino-femenino, nativo-de afuera ) existe indudablemente en la
representación que los andinos tienen de ellos y del espacio. Lo que es
importante subrayar aquí es que de ningún modo es posible suponer que todos los
hábitos culturales andinos sean universales en toda la sierra peruana y menos
sudamericana. Fruto del proceso de conquista y colonización ha sido la
desestructuración del Estado y la sociedad Inka. El localismo es el lógico
resultado de tradiciones parciales cortadas de todo vínculo nacional o estatal.
En algunos lugares se entierra a los “diablos” boca abajo y en otros se deja
los cadáveres al aire libre. Pero en ninguna parte de los andes se entierra a
los muertos desnudos y menos en tierras superficiales para dos personas. Eso
deben saberlo muy bien los antropólogos Ossio y Fuenzalida. De otro lado,
existe también la noción andina de la muerte que iguala a los hombres
independientemente de lo buenos o malos que hayan sido en vida. La polaridad
bien-mal, ángel bueno-demonio no es general de ningún modo. Finalmente los
antropólogos asesores de la comisión olvidaron la enorme tradición de
hospitalidad que caracteriza a la sociedad andina en general, seguramente
impactados por la hostilidad atribuída a los iquichanos. La maestra de
Uchuraccay declaró que los de Uchuraccay habían dado hospitalidad a los de
Sendero antes de enero de 1983. Podría llenar muchas páginas con referencias
etnográficas sobre la hospitalidad institucionalizada andina. Quiero recordar
solamente dos de las funciones de las autoridades indias: dar posada y
hospitalidad al forastero y atender a los heridos y enterrar a los muertos
forasteros. La hospitalidad y la hostilidad son universales en todas las
sociedades del mundo y vale la pena recordarlo.
Ossio y Fuenzalida sostienen: “… no
debe pensarse que Uchuraccay sólo consume lo que produce ni que se trata de una
comunidad totalmente cerrada al mundo exterior.. tampoco debe pensarse que su
apertura hacia el mundo exterior es ilimitada”. ( Informe, p.53 ). La frase es
redonde, y cierta, pero sobre la articulación de lo andino con el capitalismo
no hay casi nada. Se trata de una frase de circunstancias, de un enunciado
desprovisto de contenido.
Crítica a la
tesis 2: La tradición guerrera de los iquichanos se hizo en lucha y alianza con
y contra otras fuerzas.
En la tesis 2, la comisión sostiene
que los iquichanos tienen una tradición de violencia. Las citas
historiográficas van desde 1540 hasta 1883, con grandes saltos, por supuesto.
En estas luchas los iquichanos pelearon siempre contra alguien y aliados de
otros. Nunca solos ( Vale la pena guardar esta evidencia para después cuando
veamos el papel jugado por las Fuerzas Armadas y su estrategia antisubversiva
). Además, sin lealtades permanentes porque están unas veces con el rey y otras
contra. Dicen que apoyaron a Santos Atahualpa, pero que se enfrentaron a Túpac
Amaru. Parece entonces que la designación del adversario de turno dependía no
de los iquichanos, sino de sus aliados de ocasión, porque todos estaremos de
acuerdo en que siempre sus aliados, fueran fuerzas nacionales y más poderosas.
Esta voluntad de aliarse para pelear contra otros supone una política de
alianzas, ¿a cambio de qué? ¿Gratuitamente?. Sin duda no. Nadie mata ni se deja
matar sino por razones muy importantes. Lamentablemente la “historia” a vuelo
de pájaro hecha por Ossio y Fuenzalida deja sin respuestas esas preguntas no
planteadas que son sin embargo esenciales si tomamos la historia con seriedad.
Además, bien vale la pena plantear dos preguntas a Ossio y Fuenzalida y a los
responsables del informe oficial:
1. ¿Por qué esta tradición de
violencia de los iquichanos se detiene un siglo entre 1883 y 1983? ( Las dos
líneas que consagran al asunto carecen de toda seriedad ). Y 2.¿ Cómo es
posible explicar que una tradición militar feroz, detenida durante un siglo,
reaparece entera y gallarda en un pueblo analfabeto que no pudo escribir sus
propias hazañas ?. La tradición oral podría ser, naturalmente, la única pista,
pero ya sabemos que ésta tiene límites muy precisos. Se puede guardar el
recuerdo vivo de los héroes durante siglos, pero las técnicas militares se
conservan cuando se usan, y si cuatro generaciones no lucharon contra nadie en
el último siglo, valdría la pena que la comisión y sus asesores expliquen este
prodigio.
Por otro lado, es muy importante
volver los ojos sobre otra tradición de violencia andina que sí existió a lo
largo de este siglo y que se ejerce contra abigeos, gamonales y autoridades
abusivas, aunque estas luchas interesan muy poco o nada a los antropólogos
dualistas superespecializados en sólo la “sociedad andina”. La propia comisión
nos da información, sobre los abigeos muertos en Cahuarán en 1975 ( Informe
p.146 ). Pero esta violencia en nada se parece a la ejercida contra los
periodistas en Uchuraccay. A la luz de todo lo que he estudiado de los
movimientos y luchas campesinas en este siglo es posible señalar que la
violencia campesina-andina ha sido ejercida cuando se reúnen cuatro condiciones
muy precisas: a. Contra enemigos perfectamente conocidos a través de los
abusos. El malentendido y el desencuentro, carecen de todo sentido y de la
mínima seriedad, b. Como consecuencia de una situación de extrema explotación y
abusos ( todos los gamonales son abusivos, pero sólo los más abusivos fueron
ajusticiados en condiciones particulares ), c. luego de haber recurrido una y
muchas veces a la justicia oficial del país y haber constatado que ésta es la
aliada mayor de sus enemigos y, d. luego de un acuerdo colectivo, una especie
de fuente ovejuna, todos a una. Lo ocurrido en Uchuraccay nada tiene que ver
con la tradición actual andina de violencia en el Perú.
Aquí es pertinente recordar que en
ninguna de las fuentes documentales, y en ninguno de los testimonios sobre
luchas campesinas y la violencia campesina, así como en mi socialización andina
he visto elemento alguno sobre ese rasgo cultural de enterrar desnudos a los
muertos por pares y en tumbas superficiales, atribuído a los campesinos de
Uchuraccay.
Crítica la
tesis 3: Las informaciones sobre los 24 ó 25 muertos antes del 26 de enero y
sobre el estado de grave perturbación no han sido confirmadas.
El comando militar dio la información
sobre los supuestos 7 senderistas muertos en Huaychao, pero no dijo nada sobre
las otras 18 muertes restantes. ¿Quién sabe si los 24 ó 25 muertos eran
senderistas o no? ¿Cómo se llamaban, cómo murieron? ¿Qué jueces investigaron
estás muertes?. Los informes provienen sólo de algunos testimonios recibidos
por la comisión, pero no verificados. Si se lee atentamente el informe, la
comisión oficial da la cifra de 24 ó 25 muertos como un dato cierto, mientras
el abogado Fernando de Trazegnies dice textualmente: “Un hecho que no ha sido
suficientemente enfatizado es que, según parece, los comuneros de Uchuraccay ya
habrían matado a cinco senderistas en los días anteriores; casi simultáneamente
con la matanza de Huaychao” ( Informe, p. 140 ).”Según parece” significa
simplemente, no verificación. Sobre todo esto hay hasta hoy, un silencio
sepulcral. A la monumental lentitud del aparato judicial hay que agregar la
nula colaboración del comando militar con los jueces que tienen a cargo las
investigaciones. El propio presidente de la Corte Suprema se quejó de esta no
colaboración.
Si la región estaba perturbada en un
grado extremo por todas estas 24 ó 25 muertes, ¿cómo explicar entonces que en
Chacabamba, a quince kilómetros de Uchuraccay, no se sabía nada de esa
situación el 26 de enero, cuando los periodistas pidieron ayuda del guía Juan
Argumedo? La situación es más grave aún si se tiene en cuenta que Chacabamba es
un lugar por donde los de Uchuraccay pasan necesariamente para dirigirse a
Huanta y que si se conoce bien los andes, podría decirse que hasta los vientos
llevan noticias tan graves cuando los hechos ocurren realmente. Los miembros de
la comisión advirtieron este hecho: “aunque posible no deja de ser sorprendente
que en Chacabamba, lugar relativamente próximo a Uchuraccay y a las otras
comunidades iquichanas, se desconociera la profunda perturbación, el estado de
alarma y febrilidad que reinaba entre esos comuneros desde las muertes de
‘senderistas’ ocurridas en los días anteriores”. ( Informe, p. 13 ). Es
evidente que la madre de los Argumedo no sabía nada en Chacabamba y por eso no
impidió que su hijo aceptara ayudar a los periodistas. La comisión menciona
este hecho cómo un detalle sin mayor importancia, pues no tiene el sello de
‘convicción’ absoluta, relativa o dudosa.
La perturbación que vieron los
miembros de la comisión y sus asesores fue la que siguió a la muerte de los
periodistas. La anterior no está probada.
Crítica a la
tesis 4: La tesis del malentendido lamentable como explicación y de la
confusión de los periodistas como terroristas es simplemente y llanamente
insostenible.
Las foto tomadas por Willy Retto –uno
de los periodistas asesinados en Uchuraccay-, publicadas en mayo de 1983 luego
de un vulgar y lamentable tráfico, abrieron un nuevo capítulo en el caso de
Uchuraccay. Las fotos prueban cuatro hechos: 1. Los periodistas fueron
recibidos por algunos campesinos y conversaron con ellos. 2. Los campesinos
eran pocos. La tan voceada gran asamblea de comuneros de la región no aparece.
3. La discusión y requisa de aparatos telefónicos es visible. Nadie mata a
nadie. 4. De lo anterior es fácil deducir que los periodistas no podían ser
considerados como ‘terroristas’-‘senderistas’. Suponer que las cámaras
fotográficas podrían ser consideradas como armas equivale a considerar a los
campesinos como vulgares ‘primitivos alejados de toda civilización”.
Dificilmente una patrulla de senderistas podría haber sido confundida con el
grupo de periodistas cansados que llegaban al final de la tarde a Uchuraccay.
Jorge Sedano, el fotógrafo de La República tenía 52 años y era gordo. Su imagen
era la negación perfecta del guerrillero senderista de 18 años. Seguramente
extraordinario caminante. Una de las fotos que tomó Retto precisamente, muestra
a Jorge tremendamente extenuado.
Producido el encuentro entre los
periodistas y los campesinos de Uchuraccay, tres de los periodistas que
hablaban muy bien el quechua, habrán explicado, seguramente la razón del viaje.
Los que conocemos de cerca y por
dentro el mundo andino, los que hablamos el quechua, sabemos muy bien que esta
lengua establece vínculos inmediatos. No desaparecen, por supuesto, la confianza
y el temor frente a los desconocidos, pero luego de oirse en quechua toda idea
de confusión y malentendido debió desaparecer. En conclusión la “convicción
absoluta” de la confusión y el malentendido se derrumba. De otra parte, ¿por
qué si Juan Argumedo fue confundido como senderista y si fue muerto después no
fue enterrado junto con los otros? La razón adelantada por la comisión carece
de sentido.
La tesis central de la comisión no
tiene fundamento serio alguno. Y tenemos que buscar la explicación de los
sucesos de Uchuraccay por otra pista.
Crítica a la
tesis 5: La comisión no ha probado que los campesinos mataron solos a los
periodistas y su “convicción relativa” sobre el apoyo aislado de los sinchis a
los comuneros, es muchísimo más importante de los que la propia comisión creyó.
La inconsistencia de la tesis
principal de la comisión ( crimen por malentendido y confusión ) debilita
enormemente la argumentación de la tesis cinco sobre la inocencia fundamental
de los sinchis y su posible complicidad eventual. Por el contrario, hay en el
informe de la comisión numerosos elementos que pueden ser retenidos para fundar
una hipótesis sobre la mayor responsabilidad de los sinchis. Los sinchis fueron
cinco o seis veces en vuelos de helicópteros, durante 1981, según la maestra.
Los comuneros que informaron a la comisión dijeron que fueron sólo una vez.
¿Por qué los campesinos tienen una versión diferente a la de la maestra?. Sería
importantísimo saberlo. En varios o en pocos vuelos ¿a qué fueron?. También seria
esencial conocer eso.
Por otro lado, suponer que la
ausencia de sinchis uniformados y la no llegada de helicópteros antes del 26 de
enero prueban la ausencia de las Fuerzas Armadas de la región, significa
ignorar los modos nada públicos de actuar de los Servicios de Inteligencia.
¿Quiénes fueron los sinchis que
dijeron “defiéndanse y mátenlos”? ( Informe, p.21 ) ¿ Quiénes eran los jefes de
las patrullas que dijeron eso?.
La comisión parece no haber formulado
estas preguntas. Ha tomado la participación de las Fuerzas Armadas con guantes
de seda, no yendo más allá de lo que una simple mención inteligente y ambigua
tolera. Vale la pena aquí citar unas frases muy importantes del asesor Juan
Ossio: “Con respecto a la política del Comando Militar y la estrategia
antisubversiva, no he podido percibir un mayor interés de la comisión sobre el
asunto. No creo que los militares fueran entrevistados, en todo caso yo no
estuve presente en las entrevistas”. ( Suplemento de La República: Uchuraccay:
crimen sin castigo. Lima, 19 de marzo de 1983, p.2 ).
Conviene agregar una pregunta muy
importante: ¿El nulo apoyo del Comando Militar del General Clemente Noel a las
investigaciones judiciales, tiene o no que ver con la participación de las
Fuerzs Armadas en la muerte de los periodistas?.
Crítica a la
tesis 6: No es cierto que todos tengamos la culpa de la muerte de los
periodistas en Uchuraccay. La mala conciencia de algunos intelectuales por
sentirse – queriéndolo o no- parte del Perú oficial no es razón suficiente para
abogar por la impunidad.
Ya lo dije, criticando la tesis de la
imagen del “Perú oficial” y “Perú real” es una impresión descriptiva y
dualista, inútil para entender científicamente el Perú. Los miembros de la
comisión y sus asesores tienen todo el derecho del mundo a sentirse dolidos por
esa falta de encuentro y diálogos entre las dos mitades del Perú. A lo que no
tienen derecho es a atribuir su propia mala conciencia y de ese desencuentro
con la impunidad. La investigación del asesinato terminó convirtiéndose, por
esa mala conciencia intelectual, en un asunto sentimental y religioso. Del
dolor por el desencuentro no hubo sino un paso al perdón.
CONCLUSIÓN
Lo que acabo de decir es un buen
punto de partida para intentar extraer algunas conclusiones sobre todo lo que
he dicho hasta aquí. En primer lugar, ¿fue útil la comisión para explicar lo
ocurrido en Uchuraccay?. Mi respuesta es no. La comisión sustituyó al Poder
Judicial, en los hechos, aunque naturalmente ese no era su propósito explícito.
“No teníamos autoridad para pedirles nada” declaró el abogado De Trazegnies en
el Suplemento de La República Uchuraccay: crimen sin castigo, ya citado. Tuvo
razón Guillermo Thorndike cuando se negó a declarar ante una comisión que
carecía de estatuto judicial alguno. Un crimen tiene culpables por definición y
por principios. Si la comisión no tenía estatuto jurídico alguno para
administrar justicia, debió haber limitado su función a investigar cuestiones
sociales de fondo que definen el contexto regional andino. Pero la comisión
actuó como juez porque concluyó en que los campesinos de Uchuraccay mataron
solos, que los sinchis nada tuvieron que ver y que teniendo en cuenta el
desencuentro entre los dos Perú, no debiera acusarse a nadie.
La comisión ha producido un informe
jurídicamente inútil, que puede ser tenido en cuenta o no por los jueces, pero
políticamente muy útil ( 2 ). Ha servido para que el gobierno y las Fuerzas
Armadas aparezcan libres de responsabilidad en el crimen de Uchuraccay.
Prisioneros del esquema andinista de la corriente antropológica de los
asesores, los miembros de la comisión han concluido en que lo sucedido en
Uchuraccay es un asunto exclusivamente campesinos porque los iquichanos son muy
distintos a nosotros. Esta antropología ha servido como causión intelectual
para que el gobierno no sea mezclado en ese asunto.
Si la comisión hubiera sido formada
por un equipo parlamentario multipartidario, por ejemplo, seguramente sus
conclusiones habrían sido otras. La composición de la comisión la decidió el
Presidente y él sabe muy bien el por qué de su opción. El prestigio
internacional de Mario Vargas Llosa serviría como sirvió para lavar la imagen
del gobierno en el exterior.
Una segunda conclusión que se
desprende de lo dicho hasta aquí. (2) Dice Pablo Macera: “creo que la comisión
fue una medida política beneficiosa para el gobierno, al margen de las
intenciones personales de los miembros de esa comisión y de sus colaboradores…
Lo que sí parece en definitiva es lo siguiente. Esta comisión ha efectuado una
especie de lobotomía. Y ha logrado separar el crimen de Uchuraccay del
Gobierno. Y arrinconar a la izquierda presentándola como única responsable de
este crimen a la comunidad.. esta cirugía efectuada por la comisión permite
aislar el caso Uchuraccay de las Fuerzas Armadas, las Fuerzas Auxiliares y el
Gobierno”. Entrevista en el Suplemento Uchuraccay: crimen sin castigo. La
República, 19 de marzo de 1983, pp. 10 y 11 ).
Es que para entender y explicar el
crimen de los periodistas es fundamental buscar otra nueva pista. El capítulo
siguiente y final de este texto trata de presentar los elementos de esta nueva
pista.
II
PARA UNA PISTA ALTERNATIVA
Como la atención central de la
comisión y sus asesores se centró sobre el “Perú real”, es decir, la cultura
tradicional de los iquichanos y uchuraccainos, me parece que es esencial volver
los ojos 1. Sobre la parte “oficial” del Perú, las Fuerzas Armadas y el poder
político regional y local y 2. Sobre la vinculación entre estas Fuerzas Armadas
y las autoridades indígenas. Es importante subrayar que existe en el informe
preciosos indicios sobre estos dos puntos. Quiero señalar tres, además de otros
que ya han sido mencionados en mi crítica a la tesis de la comisión. 1. Cuando
la comisión llegó a Uchuraccay no estaban los varayoqs. ¿Por qué?. Este es un
hecho totalmente inimaginable dentro de la traición andina del ejercicio de la
autoridad. 2. La invención de la bandera roja y los hurras por Sendero fueron
parte de un discurso acordado y previamente aprendido para repetir a los
miembros de la comisión. El día que se rescataron los cadáveres de los
periodistas ningún campesino dijo haber visto y participado en los hechos.
Cuando la comisión llegó todos repitieron “fuimos todos”. El abogado De
Trazegnies tiene un texto muy importante:
“Es probable que a la llegada de la
primera patrulla que buscaba a los periodistas, los comuneros hayan acordado
buscar una versión única de los hechos que se apoya basicamente en los
siguientes elementos: a) no saben lo que es un periodista y creyeron que eran
terroristas; b) llegaron con una bandera roja y gritando ¡perro Belaúnde!,
¡perro señor Gobierno!; c) los sinchis les habían indicado que mataran a los
que llegaban por tierra porque serían probablemente terroristas; d) todos sin
excepción participaron la matanza. De tal explicación, solamente es creible el
hecho de que no supieran que era periodistas y los confundieran con terroristas
y que los sinchis les hubieran sugerido defenderse y matar si era necesario.. (
Informe, p.142 ). Dejo sólo algunas preguntas planteadas: ¿Por qué los
campesinos tuvieron necesidad de inventar una historia? ¿Por qué los testigos
esenciales han sido liquidados? ¿A quién o a qué se esconde con ese discurso
inventado? ¿Por qué la comunidad se negó a informar nada sobre el guía Juan
Argumedo y la sola pregunta “¿Dónde está el cadáver?”, hizo que los comuneros
decidieran terminar la reunión por el grado norme de turbación que hizo temer
una nueva tragedia?.
3. El panorama histórico de la región
iquichana ofrece datos sueltos sobre los guerreros iquichanos peleando contra
enemigos antiguos aliados y aliándose con antiguos enemigos. Además los
asesores ofrecen una preciosa información etnográfica sobre la orfandad de los
indios de Uchuraccay frente al Poder. Las alianzas se producen porque se
persiguen objetivos comunes, porque cada parte aliada espera ganar algo a
cambio de algo. Esto es elemental en el análisis político. ¿Fueron los sinchis,
o para hablar con más precisión, algunos miembros de las Fuerzas Armadas, el aliado
de Uchuraccay contra Sendero o fueron los de Uchuraccay los aliados de las
Fuerzas Armadas en su combate contra Sendero? Resulta sumamente lógico y
coherente con los hechos y la realidad que por lo menos una parte de las
Fuerzas Armadas tuvieran todo el interés de conseguir el apoyo de los
iquichanos contra los senderistas, más aún si habría existido una contradicción
evidente entre los de Uchuraccay y Sendero por el asunto de la Feria de Lirio,
la rivalidad abajo-arriba y el uso del corredor iquichano para desplazarse en
las altura de la región. Conviene tener presente otra pequeña verdad. Existe en
el Ejército peruano una ideología de la seguridad nacional y la defensa del
enemigo interno. Este es un viejo asunto que se conoce desde la guerra de liberación
de Argelia y desde las viejas guerrillas de Filipinas. Después de la guerra de
Vietnam la lección quedó claramente aprendida. Para derrotar a los enemigos
internos no es suficiente combatirlos sólo con las armas, importa ganarse a la
población, dejar el río sin agua para que el guerrillero deje de ser el pez en
el agua. Dentro de esta política de lo que en el informe no se habla, puede
entenderse lo que el propio informe señala: los regalos de las … cadáveres para
los comuneros y periodistas que viajaron al rescate de los cadáveres de sus
colegas contaron de los restos de estos alimentos que habían en los
helicópteros.
Esta es la pista mayor, pero hay un
elemento más que me parece muy importante, a partir del famoso “Defiéndanse y
mátenlos” recogido como “convicción relativa” por la comisión. Matar a alguien
en cualquier sociedad de la Tierra es demasiado grave. Esta invitación de los
sinchis para ser efectiva o podría haber estado acompañada de otra frase
posible: “Si lo hacen, no les pasará nada, nosotros los protegeremos”. Yo no
tengo pruebas de que esto haya sido así. Pero sugiero precisamente una pista
para ver si fue así. Una hipótesis o varias son posibles. En medio de todo, a
pesar de la inutilidad jurídica del informe oficial y además de su utilidad
política para el régimen en el poder, el trabajo de la comisión ofrece los
elementos necesarios para invalidar sus propias conclusiones y para pensar una
hipótesis alternativa.
Esta pista se funda en una manera
antropológica y política de ver la realidad. Por la visión del dualismo no
vamos más lejos. Si reconocemos que los espacios andinos, capitalistas, el de
su articulación deben ser estudiados al mismo tiempo en el mismo razonamiento,
las posibilidades de entender lo que pasa en el Perú son mucho mayores y la
posibilidad de explicar el crimen de Uchuraccay son también.
( Lima , enero 1984 )
( Lima , enero 1984 )
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