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Hace unos días, el
Ministro de Defensa Pedro Cateriano anunció la implementación
de la Defensoría Militar, la cual según precisó, tendrá como finalidad fundamental la defensa de los
miembros de las fuerzas armadas, que sean sometidos injustamente a procesos judiciales en el ejercicio de sus funciones.
Ha sido una
decisión trascendental, puesto que la propuesta de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación era que sólo se preocupara de mejorar la situación del recluta y de protegerlo de abusos por parte de sus superiores; con lo cual, en realidad, se
estaba legitimando la indisciplina y desobediencia del personal.
La
implementación de la Defensoría Militar, tal como ha sido concebida por el
Ministerio de Defensa, no sólo responde a la necesidad de proporcionar
garantías legales a los miembros de las fuerzas armadas que son requeridos en
las zonas de emergencia y en situaciones excepcionales, sino al parecer también para enfrentar
exitosamente las acusaciones fiscales y los procesos judiciales de los hechos
sucedidos durante la lucha contra el terrorismo, toda vez que si bien la CVR
afirmó que la mayoría de muertes fue responsabilidad de Sendero Luminoso, sin
embargo, asumió el criterio técnico de sus peritos, quienes atribuyeron la
autoría de las fosas clandestinas a las fuerzas armadas, bajo la simple premisa
que de esta manera escondían los cadáveres, mientras que los terroristas solo
buscaban mostrar sus asesinados para amedrentar a la población. Así, teniendo
presente que en una fosa hay varios cadáveres, al final es evidente que las
fuerzas armadas iban a ser calificadas como las principales responsables de las
víctimas durante la lucha contra el terrorismo.
Por eso, es de
esperar que mediante la Defensoría Militar se aplique una defensa integral, con
la incorporación de diversos profesionales forenses y que, tan contundentes
resultados ha dado en el caso Chavín de Huántar. La incorporación del equipo
forense en la Defensoría Militar, bajo un régimen laboral estable es
imprescindible por el carácter confidencial, exclusivo y a tiempo completo de
los forenses.
De esta manera. la Defensoría Militar, por ejemplo, puede disponer la asistencia de peritos forenses, en representación de las fuerzas armadas, a cada una de las exhumaciones de fosas y análisis de restos que se están realizando, de forma tan sesgada, en departamentos como Ayacucho. En efecto, desde las investigaciones de los peritos de la CVR hasta las de sus alumnos, los peritos del Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público, se ha establecido y seguido una serie de procedimientos sumamente cuestionables en las exhumaciones de fosas, identificación de osamentas y restos, y los dictámenes balísticos.
Por estos
antecedentes, sería lamentable que la Defensoría Militar se termine convirtiendo
en una entidad conformada prácticamente sólo por abogados y oficinistas, tal
como ha sucedido con instituciones como el Ministerio de Cultura, el Ministerio
del Ambiente, la Defensoría del Pueblo, el Ministerio de Inclusión Social, el
Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, entre otros y que han
desnaturalizado los fines para los cuales fueron creados como instituciones
especializadas. Asimismo, sería desafortunado, que se convoque a profesionales
que han participado en la elaboración de dictámenes contra las propias fuerzas
armadas, lo cual inexplicablemente ya ocurrió en anteriores gestiones en el
Ministerio de Defensa, a través de organismos
como el Centro del Derecho Internacional
Humanitario de las Fuerzas Armadas del Perú CDIH y DDHH, que realizó actividades
académicas, casi exclusivamente con ongs de izquierda.
Definitivamente
que la réplica a estas denuncias contra las fuerzas armadas, desde el inicio de
la investigación, permitiría evitar gastos de mayor envergadura por acusaciones
fiscales y procesos judiciales fundamentalmente mediáticos y salvaguardar, de
manera oportuna, la imagen del Estado peruano.
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